viernes, 20 de enero de 2017

jueves: tutor y tutorias




el amor, siempre es el amor.
   
                    





Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
                                                                                                                                                                                              El Amenazado – Jorge L. Borges 

Al principio, ser guía de tu inteligencia, apoyo de tu loca fantasía, timonel de tus velas desplegadas, socio de tu adolescencia adolescente, fue como emprender la aventura de aprender enseñando, aunque suene trillado. Era yo un joven docente con buena currícula profesional y vos un estudiante versátil y díscolo al que había que amoldar a los modos de esa Escuela de Artes.
En el comienzo, fuiste un claro desafío que colmaba mis mejores expectativas de maestro y apoyo de tu formación en las artes.
Y me clavé como un tutor en el centro de tu vida: no tuve que hacer nada más que verte crecer. Fuiste bebiendo de mí como una planta nueva y comenzaste a pegarte a mis ojos y a mis palabras, a trepar por mi vida como una enredadera, abrazándome con tu risa, tus colores, tus sueños, tus inquietudes sexuales. El secreto que te atormentaba y que te ayudé a mutar en valentía buscadora de felicidad.
Te transformaste en un artista dúctil, reinventándote en colores y formas, creciendo en un cuerpo esbelto y gracioso, mientras yo, en el mismo centro de tu vida, iba aconteciendo en un hombre gris, cuidando de que a tus ramas no las quebrara el viento. Se agotaba mi savia en la cobardía de mi secreto, como en un viejo tronco seco, porque siempre fuiste vos y no otro.
Cuando me contaste que te habías enamorado de Juan, que te ibas con él, mi corazón salió de mí para vivir a tu vera, Javier. Una espada de dolor atravesó mi cuerpo, ya liberado, preso para lo sucesivo, cuando después del largo abrazo, tu alma agradecida me miró en tus ojos.
-Es el amor, querido Maestro. Amigo querido!...
-Siempre es el amor, Javier – contesté, ya sin mí.



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8 comentarios:

  1. Como me gusta leerte, es esa cadencia, es esa prosa tan poética y esas historias tan cercanas y tan imposibles. Precioso texto.
    Muchas gracias por acudir a la convocatoria, muchas gracias por compartir ese mundo interior tuyo.
    Un abrazo cruzando continentes.

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  2. Preciosa historia, sobre todo ese final: Siempre es el amor, Javier.
    Un abrazo

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  3. Me ha gustado mucho la forma de ir desembocando en ese final magnífico.

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  4. La historia me gusta, cómo alguien crece chupando vida de quien procura su crecimiento y dentro de ello, esa vida que das al relato, con ese sentimiento que desprende lo hacen genial.
    Muchos besos.

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  5. Una historia de amor entre maestro y discípulo, entre tutor y entenado, marcada por una situación que no se anima a ser confesada. Muy buena manera de contarla, con delicadeza y sentimientos sugeridos. Un abrazo

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  6. Magnífico relato, miralunas!!! La cadencia con la que está escrito es francamente buena, más que prosa me ha parecido prosa poética.

    Un saludo de nuestra parte!!!

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  7. Un texto sutil, romántico, y triste. Un enamoramiento prohibido, quedando en un simple amor platónico. Mejor haya sucedido así por su bien. Muy original creación.
    Saludos

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  8. encantadora tu entrada llena de luz
    gracias

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