domingo, 22 de enero de 2012

y, entonces, la pasión.



me desmadejaba yo en mi nuevo sillón, en mi nueva casa, adormilada de calor, perezosa de sentires como ando, mientras la pesadez y una escasa programación televisiva se habían detenido en el canal Gourmet. 
hasta que me despabiló ese japonés que preparaba comida española y hablaba de amor en la cocina, de la significación de las palabras en los distintos lugares y de la pasión que a él le despertaba aprender a cocinar y a gozar de la cocina de occidente.
y entonces, mientras se secaba las manos y elegía el próximo utensilio, Takehiro Ohno, en un duro español, me dijo (yo sentí que me lo decía): "con las pasiones, imposible: nunca!"
lo dijo con todo el cuerpo, lo hubieran visto. y siguió hablando de él como de un japonés en el país vasco y contó de sus primeras palabras en euskera y todo el tiempo hablaba del interés, de la curiosidad, del amor y de la pasión. sobre todo, de la pasión. decididamente, de la pasión.
ese japonés, con aspecto de muchacho, verborrágico como un argentino, con una alegría redonda, me fue despertando esa nochecita de sábado, sofocante de calor y desánimo, y me movió hasta la cocina en busca de sensaciones que me desperezaran el alma.
preparé una curiosa ensalada de duraznos, queso, ajo "dorada" en oliva, (Takehiro lo hace femenino en los adjetivos), hojas de rica lechuga "mantecosa", un toque de crema y pimienta recien molida, que cuando su aroma tocó mi nariz sentí que mi piel olía como a levadura y me expliqué ese amor con el artista, impensadamente.
la saboreé en soledad, con un restito de buen vino y pensé: "gracias, Take, por la pasión".
su perfil en wikipedia dice que Takehiro Ohno deciende de Samurai.
debe ser éso.

lunes, 9 de enero de 2012

roberto esmoris lara

cada tanto
aunque el mar tape el ruidito
vuelvo a tirar piedritas a tu ventana.
y en tu verso a verso
silenciosamente
sigo siendo la francotiradora
que cuida tu sombra liviana y clara.

tu camino de arena
me transforma en ariadna
soñadora de esos laberintos.

y tu mirada,
ay, tu mirada, hombre sin tiempo!
nunca mis ojos la miraron 
aunque en su palma bebiera mi alma.

mientras beso tu adentro, Poeta,
pienso en andar tus arenas
alguna vez.
en conocer tus manos.

cuelgo mi abrazo del aire
para que siempre te alcance!

hasta mañana.

viernes, 6 de enero de 2012

cuentito para mí


Por suerte, se despertó con el olor de los jazmines y el barullo de los gorriones, porque le dolía la espalda y no había dormido bien. 
Se estiró como pudo y le crujieron algunos huesos: estaba triste. Hacía unos días que andaba así.
Antonia le decía que no le gustaba verla de ese modo: sin maquillaje y con el pelo sin pintar; pero la tristeza es pegajosa y no te deja hacer nada. Y eso que en el Hogar, todos la querían y a cada rato le decían que extrañaban su risa. 
"Si no fuera por la risa..." y se acordó de lo que se acordaba siempre: esas noches de frío en la esquina.
Se sentó pensativa y lenta en el borde de la cama y a tientas, con los pies, buscó sus chinelas. 
Entonces, sus pies tocaron eso. Despacito, se asomó desde su propio regazo y vió el ramo de jazmines y esa bolsita dorada. Se agachó con cuidado a tomar los regalos. 
"Los reyes!... anoche pasaron los reyes!", y su memoria buscó alguna felicidad, como esa que ahora la hacía temblar, en toda su vida, y no la encontró.
Olió con fruición las florecitas blancas y con manos torpes abrió la pequeña bolsa para regalos. Adentro había un frasquito de perfume y dos pañuelitos de mano con delicadísimo estampado. Todo lo que ella deseaba.
Lloró un largo rato con sollozos de niña, de adolescente, de mujer. Con resfriados sollozos de vieja.
Y solo entonces, vió la tarjeta. "Con todo mi amor. El Rey Mago que mas te quiere."

-Antonia! Vení, Antonia, por favor!
La cuidadora ingresó apurada y sorprendida, como si no hubiera estado cuidando a Marilyn detras de la puerta.(En el Hogar todos la llamaban Marilyn, como a ella le gustaba). 
El resto de la mañana fue un revuelo de exigencias: que la tintura color miel claro, que el esmalte rojo, que el rimmel negro, que el vestido de seda. Un enredo de risas y comentarios sobre quién sería aquel Rey Mago.
Y, entremedio, el abrazo apretado que recibió Antonia. -Este es el día de reyes mas feliz de mi vida, nena!
Una carcajada como de campanas emocionó a Alfonso, el joven jardinero, que regaba los jazmines cerquita de su ventana, solo por saber si Marilyn volvía a reirse.

Ajajá!- Había acertado con sus regalos. Con su mamá hubiera hecho lo mismo, se dijo.
El sol transformó el agua en millones de estrellitas a las diez de la mañana.